Energía sostenible y ahorro económico: Conoce cómo está cambiando el juego



Desde mediados del siglo XIX, las actividades humanas han incrementado las concentraciones de CO2 en un 48%. A esto hay que sumar que la Antártida pierde 151.000 millones de toneladas de hielo cada año y que 2022 fue el año más cálido. Teniendo en cuenta estos datos, la energía sostenible juega un papel clave en la sociedad actual. Se trata de una energía que se puede utilizar sin poner en peligro las capacidades y recursos de generaciones futuras.

 

Energía sostenible

Uno de los principales requisitos para que una fuente de energía pueda ser considerada sostenible es que tenga la capacidad de reponerse de manera natural. Además, su uso no debe implicar el agotamiento de dicha fuente energética. Existen dos tipos de energía sostenible:

  • Energías renovables: en los últimos años, se han realizado grandes avances en el camino de la transformación de las fuentes de energía. Las principales energías renovables son la solar, la eólica, la geotérmica y la bioenergía.
  • Eficiencia energética: se refiere a la optimización del uso de la energía que tiene como objetivo lograr un ahorro energético.

El biocombustible es una forma única de energía renovable, ya que su consumo emite gases de efecto invernadero que afectan al clima, y el cultivo del producto vegetal original consume una serie de recursos medioambientales. Sin embargo, continúa siendo una parte muy importante de la bautizada como “revolución verde”. En estos momentos, el principal reto del biocombustible es hallar la manera de minimizar el impacto de la combustión del combustible y, al mismo tiempo, maximizar la producción de energía.

 

 

Energías renovables

Estas energías se han convertido en una parte esencial para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Se caracterizan por su bajo impacto en el medioambiente porque no generan residuos. Asimismo, son fuentes de energía autóctonas y limitadas.

La energía solar se basa en el aprovechamiento de la radiación electromagnética que procede del sol. Puede ser fotovoltaica (produce directamente electricidad a partir de la radiación solar) o térmica (aprovecha la energía del sol para producir calor). En estos momentos, es una de las que más posibilidades tiene de desarrollarse de cara al futuro.

La energía eólica es la que se obtiene a partir de la fuerza del viento. Un aerogenerador es el que se encarga de transformar la energía cinética de las corrientes de aire en energía eléctrica. La diferencia entre presiones hace que el aire se mueva, originando el viento, un recurso ilimitado.

La energía hidráulica aprovecha el movimiento del agua para generar energía eléctrica. La fuerza que genera el movimiento del agua hace girar una turbina que está conectada a un transformador, el cual convierte el movimiento en energía eléctrica. Se trata de una energía renovable, ya que no contamina y el ciclo del agua es inagotable.

 

Ahorro económico

Para avanzar en el desarrollo sostenible, es necesario desplegar tanto como sea posible las energías renovables y, al mismo tiempo, electrificar la economía para reducir el uso de combustibles fósiles. También es necesario el desarrollo de tecnologías que permitan el almacenamiento de energía.

Los últimos estudios realizados indican que es necesario disminuir la intensidad energética a razón de un 4% cada año a nivel global hasta 2030. De lo contrario, la demanda de energía final aumentaría un 18% en la próxima década, y con ella las emisiones de CO2 a la atmósfera.

Cabe señalar que la mejora de la eficiencia energética afecta a toda la economía en conjunto. En el proceso de descarbonización, hay una serie de medidas que son fundamentales: mejora de la eficiencia energética, incorporación de energías renovables y digitalización de la gestión energética.


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